El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) dio ayer luz verde a una intervención armada en Haití, allanando así el camino para que el millar de policías de Kenia, como parte de una fuerza multinacional, restauren la paz en el vecino país, víctima de bandas armadas que controlan gran parte del territorio y han instaurado un régimen de terror y violencia.
Luego de intensas negociaciones y cambios sucesivos en el texto preparado por Ecuador y los Estados Unidos, la decisión se zanjó con trece votos a favor y dos abstenciones previsibles, de la Federación de Rusia y China, miembros permanentes del máximo organismo de la ONU junto a Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
Un veto de cualquiera de estos cinco países hubiese bastado para descarrilar los esfuerzos para devolver el orden a la primera república negra del mundo.
Tal como expresara ayer la representante especial del secretario general de la ONU para Haití, María Isabel Salvador, la decisión sigue a un largo llamamiento del gobierno haitiano, transmitido por António Guterres, «basado en la observación de que el país no saldrá de la actual situación de seguridad sin un fuerte apoyo internacional a la Policía Nacional de Haití«.
Kenia, país africano que se ha comprometido a encabezar la fuerza multinacional y que cuenta ya con el respaldo económico de los Estados Unidos, ha informado que la misión armada estaría en Haití a más tardar al inicio del próximo año.