Por José Tavárez

LA EMIGRACIÓN: VISA PARA UN SUEÑO DIFÍCIL DE LOGRAR


El fenómeno migratorio es tan viejo como la humanidad misma, de hecho, el
nomadismo constituyó nuestro primer modo de estar en el mundo. La motivación
fundamental de estos movimientos humanos ha sido la búsqueda del bienestar
social, económico o político. La gente suele moverse en función de las ventajas
que ofrece “la tierra prometida”, es decir, cualquier lugar donde se viva mejor
que en su lugar de origen. Como dice el refrán: “Por mejoría, hasta mi casa
dejaría”.
La conducta migratoria no es exclusiva de los humanos, la encontramos también
en diversas especies animales y vegetales. Los hallazgos fósiles de la evolución,
más de 200 000 años atrás, testimonian los movimientos de grupos de
cazadores y forrajeros que deambulaban en procura de alimentos, mejores
condiciones climáticas, acosados por grupos hostiles o por curiosidad.
Tanto la Bíblica cristiana como el Talmud judío asignan un rol preponderante a la
emigración de los israelitas desde Egipto, donde habían sido esclavizados. Este
flujo humano, impulsado por razones políticas y culturales, ocurrió unos 1400
años antes de Cristo. En los inicios de nuestra Era, este pueblo sería nuevamente
convertido en errante por 2000 años, hasta que en mayo de 1948 la ONU le
encontró un polémico lugar en Palestina.
El esplendor de la antigua Grecia atrajo a muchedumbre de artesanos,
comerciantes e incluso a filósofos, como es el caso Aristóteles, nacido en Estagira,
Macedonia. En la era moderna, a partir del siglo XVII, New York constituyó el
mejor ejemplo de una gran ciudad conformada por inmigrantes, tanto así que a
finales del siglo XIX el 69% de los votantes habían nacido fuera de Estados
Unidos. Solo entre 1850 y 1855 la ciudad recibió más de un millón de alemanes
y otro tanto de irlandeses que huían de la llamada hambruna de la papa.
La migración es un fenómeno universal, acrecentado en el último siglo debido a
los conflictos bélicos, la pobreza, las mejoras en el transporte y la globalización
en general. ¿Tenemos los dominicanos la doble condición de ser emisores y
receptores de migrantes a la vez? De eso trataremos en próximas entregas.