Por José Tavárez
UN RITMO DE VIDA FRENÉTICO NO DA FELICIDAD
Hablar del estrés y de sus consecuencias negativas se ha hecho popular; sin embargo, hacemos poco por evitarlo. Los usos y costumbres de nuestro tiempo fortalecen la cultura del consumismo y la inmediatez, dos potenciadores por excelencia del desasosiego en el que vivimos.
Estas reflexiones apuntan en la dirección de sensibilizar sobre el problema del estrés y ayudar a prevenirlo. Procuran, además, contribuir en la creación de ambientes más relajados que faciliten la convivencia pacífica y de calidad entre las personas.
En la estrategia para lidiar con juega un papel crucial. Las personas tienen la sensación de no poder cumplir con las demandas laborales, sociales y las creadas por el consumismo reinante. Se camina hacia un espejismo donde ninguna adquisición o logro es suficiente, así terminamos teniendo docenas de zapados para calzar dos pies, lo mismo pasa con la ropa, los enseres del hogar, los productos de belleza, las fragancias y una infinidad de artefactos que impone la publicidad.
La ideología dominante es el consumo, se nos ha convencido de que vivimos para consumir, como un fin en sí mismo. Considérese, a manera de ejemplo, que en la cosmética y perfumería se consumen por año alrededor de 50 000 millones de euros, solo en Europa.
En 2023, se vendieron 1,166 millones de smartphones, a nivel global. Entre 2010 y 2020, los estadounidenses gastaron 48 000 millones de dólares en videojuegos. A estos consumos no prioritarios, los dominicanos les añadimos los juegos de azar, especialmente a través de 71, 000 bancas registradas, que solo de impuestos aportan al Estado más de 620 millones de pesos al mes.
Estos patrones de consumo obligan a buscar más recursos, acudiendo con frecuencia a créditos onerosos que diezman aún más los magros ingresos de las mayorías. Muchas necesidades, reales o inducidas, y escasos recursos para satisfacerlas, alimentan el estrés con su secuela de daño a la salud física, mental y espiritual. Conviene reducir la marcha, simplificar la vida y centrarse en los valores fundamentales.Una existencia con sentido y de mayor calidad se facilita tomando en cuenta esos detalles e interiorizando actitudes como las siguientes:
• Priorizar el presente y vivirlo de forma realista: Se dice que la ansiedad, que acompaña al estrés, es un exceso de futuro, es decir, nace de preocupaciones por el porvenir. Encarar los hechos de manera serena y objetiva nos ayuda a encontrar respuestas efectivas o aceptar aquello que está fuera de nuestro control.
• Descubrir los beneficios de una vida sencilla: Tal como hemos analizado, mucha de nuestras angustias y fatigas se originan al perseguir cosas cuya utilidad es cuestionable. Buena parte de la auténtica felicidad depende de elementos gratuitos, empezando con los afectos que se cultivan en el entorno social y familiar.
• Encontrar goce en las cosas del espíritu: Esta actitud, aunque la incluye, va más allá de la práctica religiosa. Lo espiritual abarca disfrutar del arte en sus distintas expresiones, robustecer el acervo cultural mediante el estudio y la formación autodidacta, disfrutar de la naturaleza y del intercambio de ideas, entre otras actividades.
La clave está en adoptar un estilo de vida saludable, con menos estrés, mayor sentido y mejores oportunidades para disfrutar de las maravillas que nos ofrece el mundo.