Por Ramón Antonio Veras
El amigo puro de la infancia
1.- Porque desde lo más hondo de mi corazón lo siento, me satisface escribir exponiendo que hubiera deseado quedarme existiendo para siempre en el primer período de la vida humana, en la niñez.
2.- Aunque cuando niño siempre carecí de lo indispensable para una vida digna, llevé una etapa de alegría, con mucho calor humano transmitido por mi madre, hermanos y amiguitos.
3.- No me formé con apego a las cosas materiales, porque no las tenía a mi alcance y disposición. Las de comer y vestir llegaron a mí fruto del trabajo infantil o por el gesto de almas nobles.
4.- En esos primeros años de haber llegado al mundo, comencé a valorar el trato afable, la comunicación fraterna, la solidaridad y la afinidad para tener amistad pura, auténtica, sin máculas.
5.- Si la suma de las acciones de las personas se limitara a cuando fueron niños y niñas, vivir sería una alegría permanente cargada de pureza.
6.- Lo sano y limpio de la especie humana está en la condición de niño, cuando se deja ver la expresión efusiva de los más cálidos sentimientos.
7.- Hoy, en mi tercera edad, más que nunca he comprobado la transparencia y pulcritud en el lenguaje de quienes fueron mis amiguitos de infancia, los que nos conocimos siendo unos carajitos.
8.- Las veces que tengo la dicha de establecer comunicación con una amiga o amigo de antaño, confirmo la validez de esas relaciones establecidas desde hace más de ochenta años. Cada palabra cruzada genera placer intenso.
9.- Hace unos días recibí una llamada telefónica, y aunque la persona que se comunicó conmigo hacía más de cincuenta (50) años que no escuchaba su voz, de inmediato le dije: “Tú eres Quico, el hijo de la planchadora”. Él me respondió en sentido afirmativo.
10.- Sostener conversación con mi amigo Rafael Martínez, -Quico-, me resultó refrescante. Me puso nuevo; me hizo sentir que estaba en una tertulia, como cualquier día de los primeros años de la década del 40 del siglo pasado.
11.- Aquellos muchachitos, unidos por la amistad y la vecindad, todavía hoy tenemos vivos los momentos que nos juntábamos para jugar pelota en plena calle.
12.- Quico y yo tuvimos la oportunidad, ahora con su llamada, de dialogar con relación a amigos comunes que todavía viven y sobre otros ya fallecidos.
13.- Concluido el diálogo con Quico, en mi mente quedó fija la idea de que los vínculos de amistad que nacen en la niñez, son constantes en el afecto, eternos en el respeto mutuo.
14.- El hecho de haber cultivado la fidelidad cuando niño, y hoy, habiendo vivido más de ocho décadas, sé lo difícil que resulta ser víctima de la felonía, la cual he tenido que padecer por obra de familiares y amigos simuladores.
15.- El ser humano llegaría a ser feliz a perpetuidad, si de por vida logra tratar solo a quienes son como los amigos de la niñez.
16.- La amistad originada en la primera edad nunca trae amargura. El desengaño viene después, en el trato con los apóstatas.