Por Iván Reynoso

Si La Autopista Duarte es considerada la vía de mayor circulación vehicular del país, con un

estimado de más de 150,000 vehículos transitando diariamente. Sin embargo, esta alta

densidad de tránsito también la convierte en la carretera con mayor número de accidentes,

registrando un promedio de al menos un incidente por día.

Ante estos eventos, resulta evidente la ausencia de protocolos efectivos de intervención.

Aunque las patrullas llegan al lugar equipadas con camionetas y luces de emergencia, no se

percibe una actuación estructurada o coordinada para tomar control de la situación y mitigar sus

consecuencias.

Un ejemplo recurrente ocurre en el tramo Santo Domingo–Bonao, donde los ventarrones

derriban árboles sobre la vía. En estos casos, las autoridades recurren a herramientas

rudimentarias como colines, a pesar de disponer de vehículos apropiadamente equipados.

Resulta inexplicable la falta de motosierras y torres de iluminación, herramientas esenciales

para una respuesta rápida y eficiente.

El costo oculto de esta ineficiencia es alarmante. Si asumimos que un 10% del volumen diario de

tránsito (15,000 vehículos) queda atrapado en congestionamientos generados por accidentes,

se estima un consumo de aproximadamente 400 galones de combustible por minuto. En solo

diez minutos, eso representa un desperdicio de 4,000 galones, lo que equivale a más de un

millón de pesos en pérdidas económicas directas, sin considerar los impactos en productividad,

salud y medio ambiente.

En el pasado, el Sistema Nacional de Emergencias 9-1-1 contaba con mesas técnicas

interinstitucionales que se reunían semanalmente para evaluar la respuesta a incidentes y

proponer mejoras continuas. Lamentablemente, todo indica que estas prácticas han sido

abandonadas.

La reciente implementación del cobro de peaje en doble vía refuerza la necesidad de reactivar

estas mesas técnicas, establecer protocolos claros de actuación, y garantizar su cumplimiento.

Cada minuto perdido tiene consecuencias tangibles en términos de vidas humanas, recursos

económicos y seguridad vial.

Asimismo, se hace imprescindible dotar a la Autopista Duarte de una infraestructura moderna

que incluya:

• Sistema de iluminación fotovoltaico en todo el trayecto.

• Videovigilancia inteligente, capaz de detectar conducción temeraria y alertar en tiempo

real a las autoridades.

• Monitoreo de velocidad automatizado, similar al implementado en la Avenida Pedro A.

Rivera en La Vega.

El desarrollo se construye a partir del orden, la eficiencia, la mejora continua y la inclusión

ciudadana. La fiduciaria encargada de administrar los fondos recaudados tiene la

responsabilidad de garantizar seguridad vial, calidad en la infraestructura, atención de

emergencias y servicios especializados para todos los ciudadanos.

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