En el cumpleaños de Juan, el maestro del pincel
Por: Ramón Antonio Veras.
I.- A manera de introducción
1.- Estar viviendo en la República Dominicana, entraña prepararse para mantenerse en estado de ánimo cambiante, pasar de firme a inestable, y de flojo a resistente.
2.- El alma, el espíritu de los nuestros, se encuentra en una situación de balanceo, de cambios alternativos, aspiraciones muy variadas.
3.- Aquí, por lo mudable que es el modo de ser, motivado por factores accidentales, hay que disfrutar con el convencimiento de que de un momento a otro puede cambiar de alegre a triste, y viceversa.
4.- Tomando en cuenta que en un instante, lo divertido, lo festivo nos puede cambiar a desanimados, debemos de tratar de disfrutar esos espacios que la vida nos permite estar entusiasmados.
5.- Particularmente yo, cuantas veces tengo la dicha de compartir con aquellos que pasé el primer período de mi existencia, me siento lleno de felicidad, jubiloso.
6.- Precisamente, el pasado domingo, 19 de noviembre, en curso, 2023, me sentí sumamente bien en la celebración del aniversario de mi amigo de antaño, el destacado pintor Juan Leónidas Rodríguez, lo que me motivó exponer algunas ideas con relación a los vínculos afectivos que me unen a Juan. He aquí, más o menos, lo que dije de viva voz:
II.- Mis palabras para Juan
7.- Estoy contento porque, primero, tengo la dicha de compartir contigo y tus seres queridos y, segundo, porque tu cumpleaños me sirve para rememorar episodios de nuestra niñez.
8.- Desde que supe de la íntima fiesta con motivo de tu natalicio, comencé a recordar aquella época, por allá, al final de la década del 30 y comienzo del 40 del siglo pasado, cuando éramos vecinos, unos niñitos, tú viviendo en la calle España, y yo en la cañada cercana a Los Rieles del Ferrocarril Dominicano.
9.- Juan, al recordarte llegan a mi mente tus padres, Matilde y Erasmo, tus hermanos Fausto y Guelo, así como tus hermanas Yin y las demás.
10.- Te tengo muy cerca de mí, así como tú al lado de tus parientes Chea, Lino y Adolfo, sin olvidar a Mocha, Pajarito Perdomo, Ángela, Jesusita y René.
11.- Mi amigo Juan, cómo dejar de tenerte presente, si en tu casa era donde a diario compraba cinco latas de agua, por un centavo, con la agravante de que debía cargar sobre mi cabeza la vasija con el preciado líquido.
12.- Saber de tu niñez, es traerte el recuerdo de amiguitos comunes, como Nelson y Chilote Llenas; los hermanos Luis, Miguel, German y Mingo Pérez Mena; a Elpidio y a Ñaño; a Piyoyo y a Julito Camiguama; a Dono y a Pastor. Aquí me paro para no seguir con Los Caco, Los Disla de Fufa, Los Generosa y Siverito, Los Bobolas, Los Culebrones, Los Freddy Fortuna, Los Guillermo Rey, Los Negrudos, Otilia, Fidelia y Octavio, Marcos Tulio e hijos, y una lista interminable que tú no olvidas.
13.- Mi hermano Juan, solamente me resta decirte que tú sigues siendo para mi, el niño modelo, el ejemplo de hombre decente, el amigo en quien se puede confiar y el artista más fino del pincel, de la generación de santiagueros de nuestra época y que todavía vive.
Ideas finales
14.- Luego de desarrollar las vivencias anteriores, seguí disfrutando de un grato espacio de tiempo; departiendo con Juan, sus familiares y amigas y amigos, que sin acuerdo previo, nos juntamos para sanamente, en armonía y alegría hacer sentir bien a Juan mi amigo de siempre.
15.- Dar a conocer hechos de aquellos días juveniles de la vida mía y de Juan, me hizo sentir motivado para continuar un largo rato hablando con mi querido amigo de infancia.
16.- Compartir con mis amigos auténticos de ayer, como lo es Juan, me permite saber que, por muy dañada que está la sociedad dominicana, todavía es posible contar con ese ser humano de alma limpia.