Por Ramón Antonio (Negro) Veras

Debemos volver a ser buenos

1.- Las condiciones estimables, la valía de una comunidad humana se determina por los nobles sentimientos de la mayoría de las personas que la integran.

2.- La formación de una generación de mujer y hombres inclinados a la solidaridad, prueba que fueron educados para estar prestos a servir, para apoyar a los demás.

3.- Poseer bondad, sensibilidad, ser justo es demostrar estar hecho para comportarse virtuoso; con la disposición a actuar buenamente, de manera conveniente, beneficiosa.

4.- Por el momento de aflicción que está viviendo nuestro país, conviene formularnos la pregunta, ¿estamos obrando como una sociedad compuesta por gente útil, valiosa, con actitud a la colaboración, a apiadarse, a humanizarse?

5.- Es cuestión de que cada quien sea juez de su conciencia y, partiendo de la realidad, responda en el sentido de si estamos demostrando ser sensibles o impasibles.

6.- De inmediato, al instante, ¿qué me ha motivado a escribir este artículo?, inquirir, indagar para tener conocimiento de si nos estamos moviendo en una sociedad de personas civilizadas o en una jungla.

7.- De la solidaridad, colaboración o buena actuación de una ciudadana o un ciudadano, hablan sus hechos, lo que hace para el bien de otras y otros.

8.- Se supone que un país de gente civilizada, con comportamiento de buenas ciudadanas y ciudadanos, cargados de civilidad,  son diligentes y rápidos en la defensa de la vida de sus semejantes

9.- Entonces, cómo adoptar una posición contemplativa, abstenerse de actuar en el preciso momento que un ser humano se debate entre la vida y la muerte.

10.- Dónde estaba la sensibilidad, el amor al prójimo, la solidaridad y el sentido de socorrer a otro, en la ocasión que la señora María Reyes, se encontraba  atrapada dentro de un vehículo, entre el pavimento y las paredes que se desplomaron en el paso a desnivel de la avenida 27 de Febrero y Máximo Gómez.

11.- La expresión de la señora María Reyes, de que “la gente grababa, no ayudaba”, retrata de cuerpo entero; describe, pinta, pormenoriza a la sociedad dominicana de esta época, como desalmada e inhumana. [i]

12.- Desde el fondo de su corazón, lo que dijo la señora María Reyes, fue que en ese momento aciago, se sintió abandonada, desprotegida, indefensa, dejada de la mano de sus connacionales, que tranquilamente, mientras moría, grababan, pero no la ayudaban.

13.- Al parecer, nos estamos moviendo en un ambiente de gente que no sabe querer a los demás, que no estima, como si el odio y la malquerencia, se impusieron por completo al amor.

14.-  ¡Caramba!, no puede ser que este país, donde tantas mujeres y hombres valiosos han dado sus vidas por los que sufren, los afligidos, los apenados y los oprimidos, hoy tenemos toda una caterva de fríos, insensibles e indolentes.

15.- Entre nosotros, dominicanas y dominicanos, hay que recobrar la grandeza del alma, la limpieza del corazón, ser dignos de magnanimidad, lo que en otro período de la historia del país nos caracterizó como pueblo de gente noble, solidaria, colaboradora y entregada por entero a ser buena.

 16.- Se hace necesario que volvamos, nuevamente, a ser las personas de ayer, identificadas con las mejores causas, listas para ayudar, respaldar y de cualquier forma sumarnos a la causa de otro