Por Ramón Antonio Veras (Negro)

¿Será verdad? Juzgue usted.

1.- En ocasiones resulta provechoso pensar con preocupación sobre determinados asuntos que en la vida han sido de sumo  interés, y al llegar a la postrimería de nuestra existencia nos rompemos la cabeza dándole vuelta y terminamos con la pregunta ¿será verdad?

2.- Cada día que transcurre avanzo en edad, poniéndome cerca de los 86 años de haber llegado al mundo de los vivos, sigo aquí, sobre el planeta tierra, enamorado de la vida y en la lucha por ella.

3.- Al igual que otros connacionales de mi época,  me inicié novel en la política. Las ideas que abracé desde niño llegaron a tener incidencia en la mayoría del pueblo dominicano que las hizo suyas y materializó en partidos y organizaciones de masas y de la sociedad civil.

4.- Aquellos que en las décadas de los años 60, 70 y 80, estábamos integrados en partidos comunistas, socialistas, de izquierda y democráticos, accionábamos en la política en procura de dirigir el Estado dominicano.

5.- El propósito de los luchadores políticos y sociales de ayer, fue hacernos del poder del Estado, crear nuevas instituciones y ponerlas al servicio del pueblo para su bienestar, y el país gozara del respeto de naciones grandes y pequeñas.

6.- Nuestra generación, en la brega política pensaba en una patria  hermosa, elevada por el bienestar material y espiritual de sus integrantes; pletóricos por disfrutar con la garantía de alimentos, salud, educación, seguridad personal y de bienes, y una formación cívica modelo en el correcto proceder.

7.- Pero, carajo, quién lo diría, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, en un decir amén, desapareció del escenario nacional dominicano la repercusión del pensamiento social y político de nuestra generación, la de los políticos nacientes en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado.

8.- Así por así, como si nada. Todo se ha ido abajo. Se acabó idealizar, porque otra generación, y algunos renegados de las nuestras,  decidieron pensar para sí y poseer dinero.

9.- En el párrafo anterior no expongo lo que es mi deseo, sino lo que nos deja ver la dura y fea realidad dominicana.

10.- Aquellos que en un pasado reciente llegamos y actuamos en el quehacer político como militantes en el movimiento estudiantil, profesional, obrero, campesino, sindical, juvenil, feminista, religioso, cívico y ciudadano, la generalidad en el presente  está sorprendida, con la boca abierta y sin saber cómo.

11.- Pero nada, no hay de otra. Los hechos son los hechos y no se derriten. La materialidad,  la práctica de la vida le dice a la mayoría de nuestra generación que no logramos los bellos objetivos que nos motivaron ser políticos batallando para construir el país bonito que aspirábamos desarrollar para la felicidad de todas y de todos.

12.- Qué ombe, nada de engañarnos, ni de ponernos como ancianos melancólicos, con tristeza permanente. La mayoría debemos de  decirlo claro, que estamos   llenos de orgullo y todavía con fervor, porque luchábamos por ideales, no en busca de fama, ni de la mercancía dinero.

13.- No llegar  a ver cristalizadas las ideas liberadoras que hemos acariciado y honrado, no nos amilana, porque hicimos lo que creíamos conveniente ejecutar para triunfar, y otros llegarán para hacer verdad nuestra sincera prédica.

14.- Pero ¿será verdad que al no llegar a la administración del Estado dominicano, la mayoría de aquellas generaciones de idealistas de los años 60, 70 y 80, ha hecho posible que nuestro país sea hoy un fango, donde se aloja la pobreza y demás lacras de un orden social podrido hasta el tuétano?

15.- La respuesta está ahí, a flor de labios; a la vista de todas y de todos. Lo que está diciendo la materialidad; lo que podemos ver es que el pueblo dominicano ha estado sin rumbo, descuidado, malogrado, está extraviado. Se perdió.

16.- En su gran mayoría, ese conjunto  de ciudadanas y ciudadanos que abrazaron la política con sanas y limpias convicciones, hoy no son más que piezas políticas, de museos, achacosos, pero con firmeza, mucha robustez  en sus creencias sociales netamente humanistas.