Por Leonardo Cabrera

El poder por lo regular resulta embriagador y quien lo ejerce suele encariñarse con él, a tal grado,que a veces pierde la sensibilidad y abandona toda humildad….
….. asumiendo ciertos matices de altivez que le transforma en un hombre o mujer, de características muy distintas a las que tenía antes de asumir el cargo de que se trate…

…. Es decir, cuando era de carne y hueso.

Pero como toda regla tiene su excepción, no siempre quien ostenta el poder, se deja arropar por completo del acostumbrado cortejo que le acompaña…

…. a veces tan adulador y lisonjero que le hace creer y pensar, que sus decisiones son inequívocas, situándose por encima del bien y del mal…

… .tal si caminaran sobre las aguas; una especie de «horus vivo» moderno.

Por cuanto, quien ejerce el poder, debe estar revestido de la sabiduría, la cordura, la ecuanimidad y la prudencia necesarias….

…. para cumplir con las funciones atinentes a su investidura, sean estas políticas, religiosas, empresariales, militares, gremiales o de otra índole,…

… .puesto que sus decisiones repercutirán de un lado u otro de la balanza sobre el conglomerado que dirige.

De hecho, no todos los mortales tienen el privilegio de llegar al poder, cuyo ejercicio precisa de una vocación intrínseca…

… que le configura de ese aura especial, don de mando y el carácter de líder necesarios para provocar en los demás un delirio reverencial…

… que los convierte en súbditos, llegando en ocasiones al fanatismo y hasta cierta idolatría…

No obstante, quien ostenta el poder, se debe a todos sus gobernados…

…. no sólo a quienes mediante acuerdos o estratagemas convenidas le llevaron a él….

… Nunca debe ignorar ni obviar la disidencia, oposición o ideas contrarias a sus decisiones y ejecutorias…

…. porque un poder sin equilibrio ni contrapeso es proclive al totalitarismo con rasgos muy pronunciados de absolutismo y eso huele a peligro…

A sabiendas de que muchos solo buscan el poder, el poder y, de paso, alimentar su ego y sus bolsillos…

y que otros, los menos por cierto, van tras el poder, no solo por el poder, sino, tratando de alcanzar la gloria, con su trabajo y siendo útiles a la sociedad…

Tocará entonces, a los gobernados elegir con sabiduría a quien dirigirá su destino…

… para luego no tener que darse golpes de pecho y arrepentidos llorar como lo hizo el profeta Jeremías, por el desatino de su pueblo Judá…

Y es que eso de caminar sobre las aguas, es cosa de Dios, solo de Dios, no de hombres; jamás de hombres. Así de sencillo…

…a elegir pues