Por Ramón Antonio Veras (Negro)

Presidente Abinader, ¡ojo pelao!

1.- Si no fuera porque nuestra  gente toma a chanza sus más acuciantes problemas, este fuera el país de los trastornados de la razón, de los locos, y no conocido por  el merengue y los peloteros.

2.- La ciudadana o el ciudadano dominicano decente y de buena fe permanecería en estado de locura si supiera  las cosas malvadas que en su contra  pueden prepararse  desde  las alturas del poder.

3.- Dominicanas y dominicanos ignoran que por excelente conducta privada y pública que hayan exhibido en todo el curso de su existencia, están expuestos, siendo inocentes, a legalmente ser condenados por un juez honesto.

4.- Debemos confesar que nos ha dado grima tener a la vista piezas infamantes que hacen posible la sanción penal criminal a dos personas con accionar público acreditado, bienquisto.

5.- Hasta hace un corto tiempo teníamos la creencia de que había sido superada aquella fea etapa de los 12 años del doctor  Joaquín Balaguer, cuando desde la Policía Nacional  fabricaban expedientes  para adecuadamente condenar a un angelical.

 6.- En la actualidad, en nuestro país estamos viviendo bajo una situación de indefensión, porque desde organismos del Estado dominicano, de los cuales ahora no forma parte el cuerpo policial, al  ciudadano o a la ciudadana más honorable,  le preparan un expediente criminal, y sin posibilidad de probar su inocencia.

7.- La condición de profesional del derecho, y ejercer durante varios años la materia penal, nos permite saber cuándo un administrador de justicia, en buen derecho y basado en pruebas objetivas,  está obligado a emitir contra el imputado una sentencia condenatoria.

8.- En el medio nacional dominicano, en el presente, una alma limpia y libre de culpa es manchada, y su titular convertido  en responsable de un crimen, por obra de quienes desde el Estado elaboran pruebas  con alta tecnología para hacer ver como culpables a conciudadanos sin impureza, nada de tacha,

9.- Desde organismos del gobierno central actual dañan  la vida de una persona pulcra, poniendo a su cargo pruebas ultrajantes anteriormente elaboradas por el órgano que ha de hacer de querellante.

10.- Que nadie se sorprenda al saber  que aquí se está haciendo muy propio de aparatos estatales, no decentes, preparar piezas para que sirvan como soporte de acusaciones, y así poner a disposición de jueces a supuestos inculpados imposibilitados de demostrar ser exculpados.

11.- No escapa al conocimiento de una persona con sana inteligencia que, en determinados expedientes penales, cuando los medios de pruebas descansan en documentos encontrados en poder de los acusados, y alegadamente elaborados por los mismos prevenidos, al juez le es difícil, o casi imposible, poner en duda o descartar semejantes evidencias. 

12.- En la jurisdicción penal,  hoy más que nunca, el juez dominicano está obligado a ser sumamente ágil de mente  al momento de examinar y valorar las comprobaciones aportadas por el representante del Ministerio Público, porque la evidencia más purificada, es posible sea obra de contaminación.

13.- Estamos en un difícil período de la vida dominicana, en el cual ser portador de un celular es andar encima con la fuente de la fabricada justificación para ser un hipotético o presunto narcotraficante.

 14.- Que cada ciudadana o ciudadano dominicano tome las medidas de seguridad más urgentes de protección para evitar ser involucrado, desde un órgano del gobierno, en un asunto de naturaleza criminal, con todas las apariencias de legalidad.

15.- El presidente Luis Abinader, está totalmente equivocado si tiene la falsa creencia de que, en su conjunto, se ha hecho acompañar de funcionarios de noble proceder, y no de despreciables actuaciones. Por ahora, nos basta con decirle: ¡ojo pelao!