Por Leonardo Cabrera Díaz
Alguien apellido Pie.
Proyectar cómo estará el país en diez o quince años conforme van las cosas en torno a la gran presencia de haitianos sin “papelos” y con “papelos”, realmente preocupa, causa pavor, y hasta asusta.
Preocupa porque todo esto sucede de forma premeditada y fríamente calculada.
Preocupa porque todo apunta que pronto seremos nosotros los invasores de nuestra propia tierra viviendo en casa ajena, y sabrá Dios a qué precio habrá que pagar la renta.
Preocupa porque mientras todo esto pasa gran parte del pueblo dominicano está ensimismado y distraído en chercha bullangueras, sumergido en las banalidades de las redes sociales, como si no le importara nada.
Ajenos, con quien dice: “El sol que salga por donde le venga en ganas”.
Preocupa porque la autoridad enarbola un discurso cuyo mensaje final es un “no pero sí”, sujeto o en correspondencia al interés de organismos internacionales que inmiscuyen sus narices, pretendiendo implantar sus directrices en nuestra política como Estado Soberano
Causa pavor, porque lo que está en juego es la Patria. La Nación, el yo y el tú dominicano.
Asusta, porque muchas voces hoy callan,algunas por miedo otras por canonjías y prebendas y han preferido ser lacayos, o simples caballos de troya, antes que estampar sus nombres en la historia, defendiendo a capa y espada la soberanía de la Patria.
Preocupa, causa pavor y asusta porque ya es tal la situación que no sería descabellado pensar, o augurar que prontamente la persona que encarne el solio presidencial, pudiera ser alguien de apellido Pie.
Y no por las armas, ni con revueltas ni nada por estilo, lo harán mediante los votos, porque sencillamente, serán los más, serán mayoría
Y eso a decir verdad, pena, pena debe de dar.
Con Dios siempre, a sus pies.