Por Leonardo Cabrera Díaz

Los coperos del rey

Los niveles de irritabilidad y fragilidad epidérmica que padecen gran parte de las autoridades electas mediante el voto, así como a las designadas por decretos del poder Ejecutivo, resultan verdaderamente preocupantes.

Esta situación contrasta y desdice con el espíritu y la esencia que debe caracterizar a todo servidor o funcionario público, no importa qué tipo de responsabilidad entrañe el cargo que desempeñe.

Quien incursiona en la política y llega a ocupar alguna posición sea esta electiva o gubernamental debe estar consciente, que sus acciones estarán bajo el escrutinio y el cuestionamiento ciudadano, porque administra recursos del erario público.

No obstante, cada periodo de gobierno tiene sus irritables, susceptibles e iracundos que no aceptan, ni soportan ningún tipo de críticas sobre sus actos y ejecutorias en el manejo de la cosa pública.

Es como si se tratara de seres impolutos dotados de algún aura celestial a los que hay que rendir pleitesías y aplaudir sin importar que con sus acciones hayan defraudado o puesto en dudas la confianza sobre ellos depositada.

Son expertos simuladores de humildad y dicen sentir preocupación por las necesidades de la gente, de su pueblo.

Empero se envuelven en una burbuja inmaculada, rodeados de correveidiles, alcahuetes y consejeros que hacen las veces de escuderos que al menor cuestionamiento, salen en su defensa como escanciadores o coperos del rey.

Con Dios siempre, a sus pies