En Democracia

Por Iván Reynoso

El pasado 27 de Octubre mientras el Presidente Abinader firmaba la nueva Constitución de la República Dominicana que dificulta la forma de un mandatario en ejercicio modificarla para su propio beneficio, cosa que llevo a cabo  sin la anuencia de sectores internos del PRM; el PLD reelegía a Danilo Medina como presidente de su partido.

Mucho se habla y se predica de escuchar al pueblo, de consultar las bases, de trabajar en la política para lograr las conquistas y aspiraciones del pueblo, de poner la política al servicio del ciudadano, pero en la realidad poco se hace.

Las viejas prácticas, los viejos libros, priman y definen el quehacer político presente.

El Príncipe de Nicolas Maquiavelo o El Arte de la Guerra de Su Tzu siguen siendo los referentes de la dirigencia política dominicana.

Pero supongamos por un momento, que estas joyas de la literatura universal hubiesen sido escritas en el tiempo presente. Habrían podido perdurar en el tiempo como lo han hecho?

Existe un pleno desconocimiento de la clase política dirigencial, que se aferra a viejas prácticas desconociendo la realidad presente y queriendo validar viejas prácticas en contextos totalmente diferentes, imponiéndolas con su autoridad y jerarquía.

Evidentemente los partidos políticos son inherentes a la democracia, no tendremos una democracia efectiva y eficiente sin buenos partidos políticos, pero más evidente aun es que la clase dirigencial de los partidos políticos no esta actuando acorde a lo que demanda el mercado político de hoy, entiéndase el pueblo.

La derrota del Partido Demócrata en Estados Unidos deja importantes lecciones para la clase política dominicana.

Habrá una salida política a cada situación, independientemente que no sea la mejor o la más conveniente para el momento, para el país. Pero como lo evidencian los resultados, no será sobre viejas usanzas y prácticas. La tecnología cambio la forma de vida de la humanidad, su forma de pensar, razonar, apreciar, valorar y juzgar. 

Hay trabajo por hacer, mucho trabajo político por hacer, pero tratar de imponer en forma y fondo este trabajo con viejas prácticas, será una pérdida de tiempo para los partidos políticos, para la democracia y para el país.