Por Leonardo Cabrera Díaz

San Cristóbal, merece “manque sea un chin de cariño”.

En San Cristóbal, urge solucionar y buscar alternativas para conjurar el progresivo deterioro que se evidencia en casi todos los aspectos de su diario vivir.

Al respecto, lógicamente, debería existir un consenso colectivo. La llamada cohesión social.

Pero hay un grave problema que se enmarca en la ilogicidad y el contrasentido; San Cristóbal, se adversa a sí mismo pareciera ser propio verdugo.

Su gente no exige, ni reclama a quienes tienen en sus manos el poder de decisión, a dar un paso al frente; cumplir con su deber y el compromiso asumido con las miras puestas en su avance y desarrollo.

Que se esfuercen por realizar las cosas al alcance de sus posiciones y jerarquías políticas, para tramitar y requerir ante las altas instancias poner punto final al soslayo con que se le trata.

Exigirle que conviertan la supuesta preocupación que enarbolan y dicen sentir por San Cristóbal, en hechos concretos, en soluciones puntuales, con carácter duradero, no simples parches, ni remiendos.

La oposición política parece estar de vacaciones, en un largo feriado, eso sí, con gastos pagos, en un todo incluido.

Sus organizaciones gremiales deportivas, profesionales o empresariales muy pocas levantan su voz, quizás, por miedo escénico, o como resultado de algún contubernio previamente convenido.

Ya no más demagogias, ni demoras, ni aguajes políticos.

San Cristóbal, merece “Manque sea un chin de cariño”.

“Y hasta yo”

Con Dios siempre, a sus pies.