Por José Tavárez

CONTRIBUYE A DAR SENTIDO A LA VIDA
El progreso del grupo humano, desde el nomadismo primitivo hasta la actual era
digital, se ha sustentado en el desarrollo del pensamiento racional, los hallazgos
científicos y el desarrollo tecnológico. El patrimonio cognoscitivo acumulado en este
proceso incluye la capacidad de predecir eventos futuros y actuar en previsión. Tal
como decía mi profesor Benavides1: “Somos lo que somos por lo que fuimos, para lo
que seremos”
.
Desde temprano intuimos que los eventos naturales no ocurrían por mero azar y nos
empeñamos en descubrir los factores causales o las leyes que los gobernaban.
Descubrir estas regularidades le ha permitido a la ciencia poner orden en el caos de
hechos aparentemente fortuitos que se producen no solo en la naturaleza, sino
también en las distintas actividades humanas ya sean estas sociales, económicas,
políticas o culturales.
Dando un paso más en su ajuste efectivo al entorno, las personas han aprendido a
jugar con la temporalidad. Aprovechando las experiencias propias y ajenas damos
respuestas a los eventos del presente, pero también podemos condicionar el futuro.
Desde el momento en que nos fijamos alguna meta, esta empieza a ejercer un rol
activo en la toma de decisiones y en el accionar aquí y ahora.
Se le atribuye a Alfred Adler2 la formulación del concepto “finalismo ficticio”, con el
cual postula que todos los seres humanos tienen una meta última que los impulsa a
superar la inferioridad, mejorar sus vidas y alcanzar la plenitud personal. Esta
motorización general y colectiva se apoya en objetivos más concretos que ayudan a
los individuos a organizar y dirigir sus actos cotidianos en consonancia con sus
aspiraciones.
A manera de broma, les comentaba a mis estudiantes de viernes por la noche (de 7:00
a 10:00): “Les agradezco por salvarme la vida”. Ante sus dudas añadí: “Imagínense
todos los bares y discotecas a los que hubiera podido ir hoy, con los riesgos de ser
víctima de violencia, intoxicación alcohólica o un accidente de tránsito… Tener que
venir a esta clase con ustedes me salvó de todos esos riesgos”. Más allá del chiste, la
realidad es que las metas moldean los actos del presente y condicionan nuestras
acciones. (Continuará).

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