Por Ramón Antonio Veras

El humanismo en el trato al inmigrante haitiano

Veras.

1- La gran cantidad de haitianos inmigrantes indocumentados, y la necesidad de esa mano de obra por parte del empresariado dominicano agrícola y de la construcción, hacen posible una formalización no precipitada.

2.- Poner en marcha la relación laboral entre el empleador nacional y el trabajador inmigrante requiere que las partes actúen en cumplimiento de los requisitos y trámites legales.

3.- El patrono no debe aprovecharse de la pobreza del trabajador inmigrante, y este no debe colocar al empleador en un estado de aprieto por la escasez de mano de obra disponible.

 4.- Hasta ahora, el trabajador inmigrante haitiano indocumentado ha soportado las negativas consecuencias de no estar en el país de una manera formal.

5.-  El inmigrante del vecino país que llega a vender su fuerza de trabajo como indocumentado, si cambia su condición de ilegítimo a legal, le es posible negociar su contrato de trabajo.

6.- No escapa al conocimiento de muchos dominicanos ilustrados que el trabajo realizado por el inmigrante haitiano indocumentado lo ejecuta en condiciones no favorables ni equitativas.

7.- Con motivo de la persecución despiadada practicada por el actual gobierno dominicano contra los nacionales haitianos indocumentados, estos han decidido esconderse y abandonar sus centros de trabajo.

8.- Al ausentarse el inmigrante haitiano indocumentado de sus centros donde laboraba, por la persecución del gobierno, se ha notado su falta de presencia en diferentes lugares de producción.

9.- El conjunto de sentimientos, estado de ánimo y emociones están presentes en el haitiano inmigrante como en otro ser humano cualquiera, y esto debe ser tomado en consideración por quien lo utiliza en su centro de trabajo.

10.- Aquel que emplea al haitiano inmigrante para prestar servicios en una empresa agrícola o de la construcción debe valorarlo como ser humano, sabiendo que merece buen trato, o sea, respeto a su dignidad, preocupación por su bienestar y desarrollo de sus más elevadas cualidades.

11.- Tomando en consideración lo indispensable de la mano de obra haitiana en la economía nacional dominicana, el trabajador inmigrante merece un trato de absoluto respeto.

 12.- Lo que se ha visto hasta ahora es el sometimiento, al empleador mandar con violencia al trabajador inmigrante haitiano. El patrono, haciendo de mandamás.

13.- En nuestro país no debe continuar la fea situación de ver al inmigrante haitiano de manera permanente rendido, sujeto a la voluntad del patrono, entregado a la prepotencia de ese mismo que se beneficia de su labor realizada.

14.- El país no debe ser un espacio donde el trabajador inmigrante esté incómodo, disgustado, haciendo su trabajo de mala gana, mientras el empleador permanece a cuerpo de rey, muy cómodo, a sus anchas. 

15.- El inmigrante haitiano lo que hace aquí es aportar, hacer al país próspero, contribuir a su desarrollo. Por tanto, se hace merecedor de ser tomado en consideración como un ente social digno, acreedor de merecimientos.

16.- Desde cualquier ángulo que se analice la presencia del inmigrante haitiano en el mercado laboral dominicano, la misma es valiosa. Los hechos lo confirman.

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Por lonuevord